¿Cuándo nos disociamos?

Estás en medio de una conversación que parece interesante, pero tu mente está lejos de estar presente. Miras, asientes y sonríes, pero cuando llega el turno de intervenir, no tienes idea de qué están hablando. ¿Te ha pasado? Aunque se trata de una experiencia común, éste es un ejemplo sencillo de un fenómeno estudiado ampliamente por la psicología y que, en términos sociales, se ha vuelto popular en el último tiempo: la disociación.

Dicho en términos simples, la disociación consiste en una desconexión momentánea entre la mente de una persona y la realidad que la rodea, ya sea en el entorno, en el cuerpo o consigo misma (a nivel de sentimientos y pensamientos).

“En estricto rigor, todos vivimos así de alguna manera”, dice la psicóloga clínica Natalia Ulloa (@soysensible.com_), especialista en atender a personas altamente sensibles (PAS) e informada en trauma y neurodivergencias. “Y es que para ir haciendo frente a un mundo con tanta exigencia, nuestro sistema nervioso necesita disociarse de ciertos aspectos para ser funcional. Por poner un ejemplo, las personas tienden a disociarse de las emociones para rendir en el trabajo; se vuelven más racionales aun cuando estén pasando por momentos complejos en su vida personal”.

La disociación, como proceso mental, puede resultarnos útil para enfrentar momentos de alta tensión. En ese sentido, la psicóloga estadounidense Janina Fisher, experta en tratamiento del trauma; en The New York Times, expone el caso de los atletas que, antes de una competencia, necesitan de concentración, sin interferencias mentales. Ahí este mecanismo parece ser práctico. “Si tu pareja te fue infiel y tienes que seguir trabajando, no queda mucho más que disociar esa emoción para poder seguir. Y después, cuando tengas tiempo, te vas a poder hacer cargo de eso”, agrega el psiquiatra de la Red de Salud Uc Christus, Pablo Toro (@dr.pablotoro).

Sin embargo, desconectarse de la realidad y activar el piloto automático de manera recurrente también puede ser un indicador de un problema mayor, sobre todo cuando la disociación aparece después de un trauma o una situación estresante. Y es que, en esos casos, el cerebro utiliza este atajo a modo de defensa para afrontar aquello que lo sobrepasa. Así, de manera adaptativa, la mente busca aislar las emociones para evitar el dolor, la tensión o el miedo. “El hecho de que actuemos de esta manera se basa en experiencias tempranas que podrían haber ocurrido en la infancia o adolescencia. Aprendimos a disociar en ese momento y en la vida adulta continuamos utilizando este mecanismo de manera inconsciente”, manifiesta el jefe del departamento de Psicología de la Clínica Las Condes, Felipe Pinto.

Ahí es cuando aparecen síntomas más complejos como la pérdida de memoria, la sensación de vivir fuera del cuerpo (despersonalización), la desconexión con las emociones, la percepción de una realidad distorsionada (desrealización), y/o los cambios en el sentido de la identidad. “Esto se da mucho, por ejemplo, en los casos de estrés post traumático”, dice el dr. Toro y continúa: “Pensemos en alguien a quien le hacen un portonazo. Ahí las personas quedan híper alertas, tienen pesadillas o flashbacks del episodio, y muchas ensoñaciones que generan síntomas disociativos”.

Justamente, la psicóloga Natalia Ulloa, cuenta que durante la pandemia se dieron con mayor frecuencia este tipo de casos, personas con síntomas de desrealización a causa del shock provocado por el COVID-19. “Fue tan fuerte el impacto, que se distanciaron de la realidad. Sentían que lo que pasaba era como estar en una película”.

Aunque depende del caso y la intensidad de estos eventos, la disociación puede ser un signo que indica que la salud mental no anda del todo bien. Es por eso que los especialistas recomiendan prestar atención a estos episodios, especialmente si son persistentes y alteran la capacidad de funcionar en el día a día. Sin embargo, eso no siempre es tarea fácil. “La verdad es que muchas veces los pacientes no se dan cuenta de su disociación porque esto es un proceso inconsciente”, dice Ulloa.

Así, como primer paso para volver a conectarse a nivel emocional, dice el Dr. Toro, es recomendable comenzar a practicar ejercicios de conciencia plena. “Todo lo que engloba hoy en día el concepto del mindfulness es de gran ayuda. Entrenarse en estas técnicas y practicarlas a diario es una forma de volver a estar en contacto con la realidad”.

No obstante, para poder tener un tratamiento especializado y un acompañamiento uno a uno, es esencial acudir a un especialista. En esas sesiones, explica Felipe Pinto, lo que se busca es que las personas puedan integrar aquellos elementos que fueron disociados para volver a hacerlos parte de su historia de vida. “Se busca que el paciente pueda elaborar aquello con lo que no está pudiendo lidiar. Que pueda tramitarlo. Eso es clave y es la razón por la que muchos necesitan terapia”, finaliza.

Fuente: La Tercera

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