Claves para aprender a fluir: por qué es un error anticiparte a lo que quieres que pase en tu vida

Fluir nos ayuda a sentirnos mejor porque nos motiva, nos da creatividad y nos ayuda a concentrarnos mejor.

El hombre que sabía demasiado, Doris Day cantaba su famosísimo «¿Qué será, será?», y en aquella cancioncilla se recogía esa inquietud tan propia del ser humano, ya desde la niñez, de intentar anticiparse a lo que el futuro tiene deparado para él. Una versión moderna de esta ansiedad es la que se conoce como «síndrome del momento perfecto». Se trata de esa situación en la que ponemos toda nuestra energía en algo que va a suceder, y es tal el empeño que, cuando llega, nunca estará a la altura de lo que esperamos.

Es aquí donde, como contrapunto, surge el concepto de fluir, de dejar que las cosas pasen, de no intentar tenerlo todo bajo control. “Es una tarea pendiente para la gran mayoría, pues, a pesar de sus grandes beneficios, no nos han enseñado a ello”, explica Izarbe Lafuerza, experta en neuroeducación del fluir. “En este mundo de urgencias y gratificaciones inmediatas, sentimos la necesidad de controlarlo todo. Y la paciencia es algo que ni barajamos”, dice.

Según la experta, “los genios, artistas, las mentes disruptivas o los grupos de trabajo que crean cosas inesperadas, se asocian más a perfiles que tienden a la improvisación y el caos que al miedo o el control”.

La idea del fluir, que hoy escuchamos tan a menudo en muy diversos contextos, va más allá de las modas y tiene una honda base fisiológica. “Cuando fluimos, liberamos múltiples hormonas, las más potentes que el cerebro puede producir para incrementar el bienestar a la par que la productividad”. Estas hormonas que liberamos son dopamina, endorfinas, serotonina, norepinefrina y anandamida. “Nos hacen sentir gratificación, motivación y concentración en la actividad que desarrollamos. Al mismo tiempo, disparan nuestra creatividad”, añade.

En nuestro día a día hay demasiadas variables que escapan a nuestro control, y eso puede generarnos frustración, especialmente si formamos parte de la fauna de los controladores absolutos, y nos cuesta delegar o aceptar que no todo tiene por qué ser perfecto. “La idea es confiar, actuar y atraer. Es decir, respetar los tiempos”, señala la experta.

No es una cuestión de pasividad. Podemos esforzarnos en dar lo mejor de nosotros mismos, pero “guiarnos por la intuición, la gratitud, la confianza, dejar espacio para la improvisación y gestionar el miedo”, apunta. Porque, al final, en esa necesidad de control, subyacen emociones como el miedo o la inseguridad. Esto hace que nos agarremos a que todo esté bien atado, cosa que nos puede dar confianza, pero también rigidez y, posiblemente, desencanto. Con unas expectativas muy altas, es posible que no disfrutemos de lo que conseguimos.

Habla la experta de intuición, “una capacidad que está subestimada”, porque puede ayudarnos mucho más de lo que pensamos. A veces tenemos que escuchar a esa primera sensación antes de que lo pasemos todo por la razón y los aprendizajes adquiridos.

Hay personas que fluyen con facilidad; otras, en cambio, presentan una resistencia mucho mayor. Pero es una habilidad que se puede enseñar. Así lo hace la experta, que señala que “es posible aprender a pasar de la necesidad de control y del miedo a un estado de flujo. Aprender desde la confianza a desatar todo tu potencial, productividad y creatividad, a la vez que tu bienestar”. Para ello, propone los siguientes consejos:

  • Definir objetivos y metas, pero sin obsesionarse. Es importante disfrutar del proceso, porque si no aprendes durante el camino y no lo pasas bien, no sirve de nada: no te hará crecer.
  • Rebajar el miedo. El miedo es necesario para nuestra supervivencia, pero cuando nos paraliza debemos quitarle poder. El miedo nos hace anticiparnos, queremos resultados ya, tanto por presión social como porque a veces nos parece que nuestra valía dependa de nuestros logros.
  • Saber dejar ir, soltar. No solo esos hábitos que no te acercan a tu objetivo, sino también a las personas que no contribuyen a tu bienestar.
  • Escuchar música, hacer una respiración consciente, practicar deporte y meditar facilitan el proceso de fluir.

“Todo ello nos ayudará a entrar en el estado de flujo y veremos cómo se incrementa nuestra creatividad, productividad y bienestar”, concluye la experta.

Fuente: We Life

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