Anhedonia o cuando ni las vacaciones te motivan

Por Melissa González

Suena bien la palabra anhedonia , ¿verdad? Lo cierto es que aunque sea bonita, con una sugestiva sonoridad y nos remita a hedonismo, al disfrute y a la alegría, quiere decir justo lo contrario. Es decir, es la incapacidad de sentir placer por situaciones que antes nos hacían disfrutar. A esa falta de experimentación del placer se une la pérdida de interés y satisfacción ante actividades que nos gustaban y nos reportaban beneficios personales. Por ejemplo, irse de vacaciones.

Si antes te encantaba practicar deporte; si otro de sus hobbies era la lectura; si disfrutabas solo con el hecho de irte de vacaciones y un largo etcétera de situaciones que ahora no te hacen ilusión alguna, tienes un síntoma muy característico de los cuadros depresivos y, lo que es lo mismo: sufres anhedonia.

Cómo surge la anhedonia

No es que, explica la psicóloga Pilar Conde, psicóloga en Clínicas Origen, no se pueda experimentar apatía y alejamiento de las cosas en algún momento puntual. Hasta cierto punto todas las personas pasan por ello en algún momento. Se trata de la pérdida prolongada de placer: «Esta no se presenta, además, de manera abrupta, sino que lo hace de forma progresiva; poco a poco, la persona se va alejando de sus intereses habituales y dejando atrás las motivaciones que le impulsan a diario».

Se inicia así un círculo vicioso, un proceso de retroalimentación, del que no es fácil salir sin ayuda, como advierte la directora médica de Clínicas Origen: no se tiene ganas, por ejemplo, de ver a la familia y amigos, por lo que la persona se aísla. «Ese aislamiento, a su vez, le deprime más e incrementa la sensación de soledad, abatimiento y abandono típicos de algunos procesos depresivos», alerta.

¿Tiene solución?

La anhedonia no es, pues, una enfermedad. Es un síntoma que también puede aparecer asociado a otros diagnósticos como el trastorno bipolar y otros problemas mentales graves. También en cuadros de ansiedad y procesos de duelo. No tiene edad, puesto que puede surgir en cualquier momento de la vida, sin respetar a niños y adolescentes, en los que la anhedonia suele ir acompañada de señales y manifestaciones de irritabilidad.

«La manera de actuar más efectiva es asumir que esa persona está sufriendo y lo que está haciendo es lo mejor que puede hacer en ese momento. Asimismo, desde el reconocimiento de la situación difícil que está atravesando, es de utilidad mantener el acompañamiento; es cuando más nos necesitan aunque pueda parecer lo contrario», recuerda la psicóloga. Este acompañamiento es en sí mismo de gran ayuda, aunque puede no tener efectos inmediatos. Finalmente, es útil también apoyar lo que a esa persona le provoque algo de vitalidad, por ejemplo, dar paseos por un cierto lugar. «Es desde la vitalidad desde donde se recupera el placer », afirma Inmaculada Vázquez, psicóloga en Mundopsicologos.com.

A los que sufran de anhedonia, la psicóloga les recuerda que se trata de una situación reversible. Con el tratamiento adecuado se van recuperando las ganas de hacer y estar, y una de las herramientas a trabajar es la activación conductual, que consiste en ir retomando de manera progresiva las actividades abandonadas, empezando por las que reportan más bienestar y requieren menos esfuerzo.

Fuente: ABC

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