La esquizofrenia pasó de entenderse como un trastorno a considerarse un espectro cuyos síntomas varían en intensidad. Te explicamos cómo evolucionó la clasificación de esta enfermedad.
A lo largo del tiempo, la esquizofrenia experimentó notables transformaciones, abandonando los subtipos, hasta definirse como un espectro. Esta compleja afección de la salud mental se distingue por una amplia variedad de síntomas que influyen en el comportamiento de quienes la padecen.
El diagnóstico, en su esencia, involucra la psicosis, un estado en el cual la persona se desconecta de la realidad de una manera desafiante, manifestando delirios, alucinaciones y patrones de pensamiento inusuales.
En un esfuerzo por comprender mejor esta enfermedad en constante evolución, este artículo aborda los ajustes en su clasificación y el tratamiento. Te invitamos a continuar la lectura y prestar atención a las características distintivas.
Esquizofrenia: ya no son subtipos, sino un espectro en constante variación
Con la actualización del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM) en su quinta versión, hubo cambios significativos en la clasificación de la esquizofrenia. Aquí se reemplazaron los subtipos tradicionales por un enfoque más dimensional. Esto se decidió por las siguientes razones:
- Falta de fiabilidad en las descripciones.
- Falta de utilidad en las decisiones de tratamiento.
- Variabilidad de síntomas entre las personas con esquizofrenia.
- Falta de diferencias en el funcionamiento cerebral entre los subtipos.
En su lugar, el DSM-5 describe la esquizofrenia como un espectro, reconociendo que las personas pueden experimentar diferentes síntomas en diferentes momentos y que no todos los individuos con esta condición presentan las mismas variantes.
La evolución llevó a que se denomine «espectro de la esquizofrenia y otros trastornos», en contraste con la designación anterior en el DSM-4 de «esquizofrenia y otros trastornos», englobada dentro de la categoría de trastornos psicóticos.
Variantes de este trastorno
Una persona diagnosticada con esquizofrenia experimenta diferentes patrones de pensamientos y comportamientos. Con anterioridad, estos se calificaban como subtipos, según las principales revisiones del DSM-4 al DSM-5. Ahora, los mismos se desplazaron a la dimensión de síntomas, cuya gravedad varía entre pacientes, de acuerdo con el curso de la enfermedad. Veamos cómo se manifiestan.
1. Paranoia
El paciente con este cuadro presenta uno o más delirios o alucinaciones auditivas centradas en un tema persecutorio o de conspiración. Estas experiencias, a menudo, se desarrollan en una narrativa coherente y constante.
La persona se caracteriza por su marcada desconfianza y suspicacia hacia los demás, pues cree que es objeto de conspiraciones. Es posible que sus emociones y comportamientos conduzcan a reacciones agresivas o a un aislamiento social significativo.
Es relevante subrayar que la esquizofrenia paranoide no se caracteriza por la prominencia de otros síntomas. Y quizás las señales se presenten más adelante en la vida, por lo que es posible que estas personas alcancen un nivel de funcionamiento alto, antes de que aparezca la enfermedad.
2. Comportamiento desorganizado
El paciente se caracteriza por la incoherencia del pensamiento y el discurso, así como la falta de emociones apropiadas. El predominio de los siguientes síntomas determina los criterios de diagnóstico:
- Discurso desorganizado
- Comportamiento desorganizado
- Aplanamiento afectivo o expresión inapropiada de las emociones
A diferencia de otras variantes, las alucinaciones y los delirios pueden ser menos notables y no forman una narrativa coherente, aunque puede haber algunas señales de tales síntomas. No se presentan manifestaciones catatónicas.
Las personas que experimentan estos estados, con frecuencia, tienen dificultades cotidianas que les impiden llevar una vida normal, lo que incide en su capacidad de conservar empleos o relaciones sociales. Incluso, tareas rutinarias como vestirse, bañarse o cepillarse los dientes resultan problemáticas.
3. Catatonia
En la esquizofrenia, el estado catatónico se caracteriza por perturbaciones en el movimiento, abarcando desde rigidez muscular e inmovilidad, hasta la adopción de posturas inusuales o movimientos repetitivos.
Es posible que, en ocasiones, el paciente evidencie un estado de estupor o experimente desconexión del entorno y agitación extrema. Los rasgos clínicos más prominentes se centran en lo siguiente:
- Síntomas de mutismo o pérdida del habla.
- Repetición del habla ajena o eco de palabras (ecolalia).
- Imitación de acciones, habla o movimientos (ecopraxia).
- Falta de movimiento, como en un estado de estupor catatónico o inmovilidad.
- Comportamientos estereotipados o acciones repetidas que parecen carecer de propósito.
Quienes conviven con tales síntomas pueden alternar entre una inmovilidad aparente y momentos de alta excitación. Estos comportamientos también se manifiestan en otros trastornos neuropsiquiátricos y neurológicos, como el trastorno bipolar, la depresión grave, síndrome de Down o algunos trastornos del espectro autista.
4. Fase residual
Se le llama esquizofrenia residual cuando una persona tuvo episodios previos de este trastorno, pero en el momento del diagnóstico presenta manifestaciones más leves o solo de forma remanente. Los síntomas incluyen lo siguiente:
- Evidencia continua de la alteración, como la presencia de síntomas negativos.
- Ausencia de delirios prominentes, alucinaciones, habla desorganizada y comportamiento catatónico o desorganizado en extremo.
Es importante destacar que la variante residual no se diagnostica con frecuencia, ya que la esquizofrenia tiende a mostrar distintas fases, con fluctuaciones en los síntomas, durante el curso de la enfermedad, lo que dificulta la identificación de una etapa residual clara y constante.
5. Esquizofrenia no diferenciada
Se compone de síntomas característicos de la esquizofrenia en general, como alucinaciones, delirios, pensamiento desorganizado y alteraciones emocionales que, por su aparición, no se consideran dentro de un cuadro específico. El reconocimiento de este espectro refleja una comprensión más amplia y flexible de la enfermedad en la práctica clínica actual.
Antes de los cambios en el DSM-5, se hablaba de esquizofrenia no diferenciada cuando los síntomas no encajaban en ninguna de las categorizaciones existentes, pues no eran tan específicos; además variaban con el tiempo o la persona mostraba síntomas asociables con otras variantes.
6. Simple
Dentro del espectro de la enfermedad, algunos organismos como la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) contemplan otra variante llamada esquizofrenia simple. En ella los pacientes presentan solo síntomas negativos, pero no cognitivos ni positivos. Esto quiere decir que no se presentan delirios o alucinaciones pero sí se percibe un comportamiento irregular o alterado.
Cuando la persona tiene síntomas que pertenecen a este cuadro o al anterior, puede ser muy difícil de diagnosticar.
Tratamiento de la esquizofrenia como espectro
Al considerar la enfermedad como un espectro, se busca que el tratamiento se individualice según la gravedad de los síntomas y las necesidades de la persona. Los objetivos son los listados a continuación:
- Abordar y aliviar las expresiones sintomatológicas del trastorno.
- Prevenir las recaídas y episodios recurrentes de síntomas activos.
- Mejorar el funcionamiento adaptativo del paciente para reintegrarse en la comunidad de manera efectiva.
El enfoque terapéutico integral, que incluye tanto la farmacoterapia como la psicoterapia, es esencial para proporcionar una atención completa y efectiva a las personas que padecen esquizofrenia.
Terapia psicológica
En el ámbito de la psicoterapia, se han desarrollado enfoques prometedores. De acuerdo con un estudio de la revista Pharmacy and Therapeutics, estos contemplan el entrenamiento metacognitivo, las terapias narrativas y la terapia de atención plena.
Tales enfoques se centran en aspectos como la autorreflexión, la construcción de narrativas personales y la atención plena, contribuyendo así a una mejor calidad de vida para los pacientes. Generalmente el tratamiento es individual, sin embargo también existen sesiones grupales como la terapia psicológica integrada.
Es fundamental subrayar que los tratamientos no farmacológicos, como la psicoterapia, deben considerarse como complementos a los medicamentos y no como sustitutos.
Farmacoterapia
El tratamiento a través de los fármacos se centra en los antipsicóticos, también conocidos como neurolépticos. Estos son la base para controlar los síntomas positivos de la esquizofrenia, como las alucinaciones y los delirios. Funcionan al afectar los neurotransmisores en el cerebro, en especial la dopamina, neurotransmisor relacionado con la enfermedad; en otras palabras, actúan sobre el sistema dopaminérgico.
Además de los antipsicóticos, es posible que los pacientes requieran otros medicamentos para abordar los efectos secundarios o trastornos coexistentes, como la depresión o la ansiedad.
¿Cómo influyen las variaciones del espectro en la concepción actual de la enfermedad?
A pesar de que los subtipos específicos ya no se utilizan en el diagnóstico clínico, los médicos de la salud mental pueden recurrir a esta clasificación como herramientas adicionales para informar y planificar un tratamiento adecuado.
La elección de medicamentos, dosis y ajustes terapéuticos debe supervisarla un profesional experimentado, sustentándose en una evaluación minuciosa del paciente. La combinación de tratamientos farmacológicos y no farmacológicos, como la psicoterapia, es esencial para brindar un enfoque integral y efectivo en el manejo de esta compleja enfermedad.
Fuente: La Mente Maravillosa