Aunque parece lo contrario, los adolescentes necesitan apoyo y contención durante su crecimiento. Debemos buscar un equilibrio entre acercarnos a ellos y darles su espacio.
Crecer implica un proceso en el cual nos encontramos con cambios, con aceptar que hay cosas que hay que reconvertir y otras que abandonar. Así, se debe abrir paso a nuevas experiencias y condiciones de vida. Es decir, hay algo del duelo, la pérdida y la aceptación en cada etapa. En la adolescencia, hay tres duelos que son significativos y necesarios. Veamos de qué se trata.
¿Cuáles son los duelos de la adolescencia?
La adolescencia es un período de la vida con sus propios desafíos. Esto significa que hay múltiples cambios a distintos niveles: psicológico, social y físico, entre otros. No se trata de una época mejor o peor de la vida, simplemente es una etapa que plantea sus propios desafíos. Y como tal, implica el aprendizaje, las emociones y múltiples vivencias. A continuación, te contamos cuáles son los duelos esperables y más frecuentes de la adolescencia.
1. Por el cuerpo
Los cambios hormonales y físicos son el denominador común de esta etapa. Por ejemplo, la aparición del vello y los cambios en la voz, entre otros. En muchos casos, los jóvenes no se sienten cómodos con esas modificaciones tan evidentes.
Cuando esto sucede, conviven con la contradicción: pueden sentirse y comportarse como niños, pero su cuerpo parece de alguien ya mayor. Esto a veces provoca inseguridad e incomodidad con un cuerpo que aún no se siente como propio. Incluso, en esta etapa pueden aparecer algunos trastornos del comportamiento alimentario (TCA).
Por supuesto, también hay cambios a nivel psicológico que pueden ir de la mano de una baja autoestima y ansiedad. En casos así, si observamos que esos cambios son permanentes e implican gran malestar, es conveniente solicitar una consulta con un profesional.
2. Por la identidad
En ese paso de ser niños a ser adolescentes, los jóvenes comienzan a ganar libertades. En esta etapa se les conceden ciertos permisos y empiezan a explorar el mundo de otra manera. Este nuevo punto de partida los confronta con preguntas como las siguientes: ¿quién soy?, ¿qué quiero?, ¿qué me gusta? Entonces, se dan cuenta de que, cada vez más, deben tomar sus propias decisiones. Ahora, los adultos pueden servir de apoyo, pero los protagonistas son ellos.
Por eso, en la búsqueda y construcción de esa identidad se «desarman» y se vuelven a «armar». En algunos casos, incluso discuten y se enfrentan con sus progenitores. Esto se debe a que también necesitan diferenciarse de ellos y reconocerse a sí mismos.
3. Por el rol familiar y la figura de los padres
De repente, dejan de ser niños y pasan a ser adolescentes. Sin embargo, aún no son adultos. Es decir, es una etapa de transición en donde los jóvenes empiezan a conocer el sabor de cierta libertad y autonomía, pero aún no del todo o no como les gustaría. Por ejemplo, pueden empezar con sus primeras salidas, pero deben volver a determinada hora; o pueden moverse solos, pero deben reportar si están bien cada cierto tiempo.
Ese espacio intermedio, también implica un duelo por el rol infantil. Porque así como tienen derechos y libertades, también ganan en responsabilidad.
Por otro lado, esto se superpone con la caída de la imagen de los «superpadres»: esos héroes que todo lo resuelven y todo lo pueden. De repente, el adolescente descubre que son personas de carne y hueso, que también se equivocan y que no son perfectos. Incluso, pueden resultar «anticuados, sin onda y pesados».
Cómo acompañar a los adolescentes
Muchas veces, confundimos crecimiento con abandono. Parece que, como ya no son niños y como los adolescentes hacen de cuenta que no nos necesitan, entonces asumimos que pueden solos. En ocasiones, como ya son más independientes, también se espera que tengan otros comportamientos. Incluso, a veces se les exige demasiado y se depositan expectativas desmedidas sobre ellos. Sin embargo, estos conceptos están equivocados.
Los jóvenes necesitan contención, afecto y una red que les permita saber que, si bien pueden cometer errores, también pueden encontrar un refugio. Algunas recomendaciones para apoyar a los adolescentes son las siguientes:
- En lugar de hacer comentarios sobre su cuerpo, preguntar cómo se sienten. También, podemos empatizar con ellos y contarles cómo fue nuestra experiencia en esa etapa.
- Enseñar buenos hábitos de autocuidado y respeto por su cuerpo. Puede ser desde cosas sencillas, como mantener la higiene, hasta el descanso, una buena alimentación, el ejercicio o la participación en actividades de su agrado.
- Animarlos a que hablen y escuchar. No debemos juzgar lo que les pasa como algo sin importancia o pasajero. No son tonterías, sino situaciones que viven con emoción y que son importantes para ellos. Si los invalidamos, creerán que nos los tomamos en serio y dejarán de compartirnos su mundo.
- Evitar criticarlos. Es clave no ponernos en una posición de superioridad. Lo mejor es aprender a gestionar nuestras emociones antes de reaccionar ante lo que hacen. No debemos tomarnos como algo personal aquellas críticas que hacen.
Fuente: ERES MAMÁ